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“Die My Love” es maternidad sin filtros

Una mirada radical al instinto materno

La esperada adaptación cinematográfica de Die My Love ha sido presentada en la Competición Oficial del Festival de Cannes, reafirmando la presencia de la directora Lynne Ramsay como una de las voces más provocadoras del cine contemporáneo. La película, basada en la novela Mátate, amor de la autora argentina Ariana Harwicz, ha sido recibida con una mezcla de asombro y controversia, gracias a su tono visceral y la intensidad emocional que transmite, convirtiendo la maternidad en un campo de batalla psicológico y físico.


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Una adaptación inquietante desde el primer plano

En Die My Love, se retrata la vida de Grace, interpretada por Jennifer Lawrence, una joven escritora que se muda de Nueva York a la América rural junto a su pareja, Jackson (Robert Pattinson). La nueva vida en una casa abandonada parece ofrecerles un paraíso de libertad y sensualidad. Sin embargo, esa armonía inicial es desmantelada por un embarazo no idealizado y el nacimiento de su bebé.

La narrativa, fiel al estilo fragmentario de Ramsay, se construye desde lo sensorial. Los silencios, los cuerpos y los gestos reemplazan al diálogo tradicional, guiando al espectador por un territorio emocional incómodo. La maternidad, lejos de ser celebrada, es mostrada como una experiencia que puede desbordar, alienar y fragmentar.

La maternidad como prisión

La cinta se vincula temáticamente con películas como Salve María o Nightbitch, obras recientes que también han explorado las contradicciones del rol materno. Grace, en un momento de desconexión total, se arrastra a cuatro patas, se desplaza semidesnuda y pinta con leche materna: actos cargados de una poética salvaje y desesperada.

La figura de Jackson es mostrada desde la distancia emocional. Su transformación en un hombre ausente y casi monástico acentúa el aislamiento de Grace, quien se convierte en una figura espectral que vaga por los campos con su hijo, al borde del colapso.


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Jennifer Lawrence: una interpretación sin red

La actuación de Jennifer Lawrence ha sido descrita como “kamikaze” por su entrega absoluta. Su transformación física y emocional impacta. La actriz ríe, llora, baila, se desmorona y se expone sin reservas, encarnando a una mujer desgarrada entre los deberes de la maternidad y su necesidad de libertad.

La comparación con su papel en Madre! es inevitable: ambas películas retratan a mujeres atrapadas en estructuras familiares opresivas, empujadas al límite de la razón.

Die My Love no es una película complaciente. Es una exploración lírica, oscura y feroz de los rincones más incómodos de la experiencia femenina, una obra que incomoda porque dice la verdad.

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