Drácula en una nueva visión
La figura de Drácula ha sido transformada en la más reciente producción de Luc Besson, donde se presenta un conde marcado por la tragedia y por la obsesión de un amor perdido. El estreno de esta película propone una mirada distinta al mito, con un enfoque en el romanticismo más que en el terror clásico.
Una apuesta diferente
La cinta, titulada Dracula: A Love Tale, está inspirada en la novela de Bram Stoker, pero se han introducido cambios que modifican el rumbo de la historia. En lugar de Londres, la trama se desarrolla en el París de la Belle Époque. Con una duración de 129 minutos y clasificación SAM 16, la producción apuesta por un relato que combina la pasión, la pérdida y el misterio.
El personaje transformado
El conde Drácula aparece como un ser trágico, impulsado por la búsqueda de la reencarnación de su esposa Elisabeta. Tras cuatro siglos de espera, la aparición de Mina, idéntica a su amada, detona el conflicto. El vampiro recurre incluso a un perfume enigmático para intentar retenerla, en una lucha marcada por el destino y por sus propias contradicciones.
El elenco y los contrastes
Caleb Landry Jones encarna al legendario conde, mientras Christoph Waltz interpreta a un sacerdote que funge como contraparte racional y espiritual frente a la obsesión del protagonista. Matilda De Angelis y Zoë Bleu aportan complejidad al relato, en una narración que entrelaza redención y oscuridad desde un ángulo emocionalmente profundo.
Una creación a medida
Luc Besson confesó haber escrito el guion pensando exclusivamente en Jones para dar vida a Drácula. La decisión revela la dimensión personal del proyecto y la apuesta del director por una versión inédita del mito. La producción, que requirió un presupuesto de 49,5 millones de dólares, se filmó en escenarios de Finlandia y en estudios parisinos con más de 4.000 metros cuadrados de decorados.
Un mito renovado
La puesta en escena incluye paisajes góticos, vestuarios fastuosos y una atmósfera que combina romance, horror y humor negro. Con ello, Besson ofrece una lectura novedosa, donde Drácula se muestra como un personaje apasionado, encantador y humano, sin abandonar del todo la esencia de terror de la obra original de Stoker.